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viernes, 10 de julio de 2020

El día de mi muerte

Hola a todos de nuevo!!

Hoy os presentamos: «El día de mi muerte», de la incombustible Laura Campos.

Esta novela es una colaboración con la editorial Ayaxia Ediciones, cuyos títulos os recomendamos abiertamente. Pues si estáis de leernos, de vez en cuando, sabréis que hemos leído ya unos cuantos de ella. Y para qué negarlo, nos gustan mucho.

El_dia_de_mi_muerte


Ficha

Autor/a: Laura Campos
ISBN: 978-84-949661-9-4
Tamaño: 140x210mm. 
Número de páginas: 158 páginas.

Sinopsis


«Tengo quince y no cumpliré dieciséis. No es un presentimiento, no es una corazonada: es pura y dura realidad. Voy a morir hoy».

«Para algunos, el instituto es un mero trámite, un rito de paso a la universidad. Pero son una minoría. Ellos son los elegidos, los intocables. La excepción.
Para la mayoría, el instituto es un infierno dominado por la élite que encuentra en sus pasillos una vía de escape para establecer su reinado.
Heaven Morgan es una más de la mayoría y Mackenzie Price es la reina de la élite.
Para una, el instituto es una agonía. Para la otra su refugio.
Para las dos, una cuestión de vida o muerte.
No todos los adolescentes sobreviven al instituto».


Con este texto te encuentras en la contracubierta del libro. Así, como os lo hemos transcrito. Tanto que pensé «¡Leñe! ¿No me estarás contando el final en la contracubierta no?». Pero no. Ni mucho menos.

Vamos al lío.



Reseña


En la última entrega os hablamos de un libro romántico que fue empalagoso para nosotros, concretamente esta. Si bien en aquella historia dejamos claro que no nos había gustado nada, en este nos encontramos ante algo totalmente diferente. Para uno de nosotros le ha gustado mucho y para el otro le ha gustado sin ser nada impresionante. La razón al final de la entrada.

«El día de mi muerte» narra como Heaven Morgan y Mackenzie Price mantienen una relación terrible. No son amigas en absoluto, ni mucho menos. Estamos ante una historia de bullyng, pero desde el punto de vista de dos chicas de quince años tan diferentes entre sí que parecen de mundos completamente distintos. Laura nos mete, en capítulos bien diferenciados y trabajados, en la piel de ambas adolescentes. Si bien se recrea más en Heaven que en Enzie, nos da suficiente información de ambas como para saber qué motiva a cada una. Bueno, lo de «motivar» lo digo porque ambos personajes son muy tridimensionales y es imposible no sentir que ambas son personas muy reales. Ambos personajes femeninos tienen sus respectivas amistades las cuales no han sido desaprovechadas en absoluto en toda la narración. A ellas y ellos también los conoces durante toda la obra y, aunque profundiza menos en ellos, los trabaja lo suficiente para que no sean meras comparsas de las dos protagonistas. 

La historia, como decíamos, transcurre en un pueblo ficticio norteamericano durante el año 2001. Laura nos tiene ya acostumbrados a que sus personajes sean de allí y no es que nos quejemos. Por lo tanto, tendremos referencias a aquel año, lo que entonces se escuchaba y también lo que se usaba para comunicarse entre ellos, nada más y nada menos que el ya desaparecido messenger. Para todos aquellos que no lo sepan, se trataba de una aplicación de mensajería instantánea para ordenadores personales que usaba un correo electrónico para enviar y recibir mensajes entre personas. Incluía emoticonos y se podían enviar archivos. Tendrá mucha importancia en la trama esta vieja aplicación.

Todo en esta historia destila una sensación de mal rollo que no os podéis imaginar. Los escenarios donde transcurre la trama, los personajes secundarios que se van sucediendo e incluso cada final de capítulo destila mucha mala baba. Y es que la autora nos va cociendo la historia con muuucha calma, así que sí, nos encontramos ante una lectura algo lenta —pero no tanto como otras —, que va deshilachando sus finos hilos y nos va llevando de la manita y a través de estos personajes, hacia un final totalmente inesperado.

Podríamos hablar largo y tendido de las dos protagonistas y de sus mutuas amistades: Declan, Jack, Penélope, Ruby y Brody. Pues todos ellos tienen mucho que aportar en la historia que se nos presenta. Su construcción no es tan elaborada como la de ambas protagonistas, por la simple y mera razón de que estamos ante un relato corto, pero aún así lleno de matices, de pistas que Laura va soltando al espectador durante toda la narración.

Al tratarse de una historia de abusones y abusados, sí, en plural, podríamos pensar que estamos ante la típica historia de chica modosita que es maltratada por las populares del instituto al más puro estilo de películas de cuestionable calidad como «una rubia de pelo en pecho» o llena de clichés como los que estamos acostumbrados a ver en dichas películas o series que transcurren en Estados Unidos, ¿os acordáis de Zack y de Slater en «Salvados por la campana» Pues podéis ir olvidándoos. Pensad más bien en «Carrie» y estaréis más cerca de lo que Laura nos cuenta. Hay varias escenas que son, literalmente, para coger a ciertos personajes y darles de leches hasta que se te canse la mano, y cuando eso pase, seguir con una llave inglesa. Y no me quedo corto.

Laura consigue elevar la sensación de injusticia hasta altos niveles. En series como «Glee» con el tema del granizado, dicho acto, terminaba convirtiéndose en un elemento cómico e incluso de iniciación en el club. Si entrabas en el «Glee» eras rarito y te merecías el granizado por parte del equipo de fútbol. Si a alguno de vosotros, queridos lectores, os molestó sobremanera cuando se lo tiraron a Curth, preparaos, porque desearíais que lo peor que pasara en esta historia fuese que tirasen un granizado.

La mente retorcida, hacia uno u otro sentido, de algunos personajes llega a ser enfermiza. Realmente te hace plantearte muchas cosas y ahí está la grandeza de este relato: Hace pensar y reflexionar. Porque si bien es cierto que la historia nos habla bullyng, no es menos cierto que se trata de una llamada de advertencia, de un grito de auxilio, de una lanza rota hacia un bando y hacia otro. Las razones son lo de menos, y hay razones y muchas, lo importante es el fondo de la cuestión, lo que hay detrás de todo lo que aquí acontece: El odio.

El odio puro y duro. Sin matices. Sin tapujos. Sin lógicas. Sin nada que lo justifique y con todo lo que debería justificarlo. Pero sobre todo, por las consecuencias, las terribles e inimaginables consecuencias que arrastra ese sentimiento surgido de un sinfín de situaciones terribles.

Y repetimos, en ambos bandos.

Por tanto, si en esta historia buscáis un bando bueno y un bando malo os invitamos a leer la historia y a debatir sobre este punto en particular.

Existe, no obstante, una reacción por parte de unos personajes que, nosotros, no terminamos de entender muy bien. Analizándolo tiene cierto sentido pero sigue faltando un «y algo más queda por hacer...». 


Opinión personal


«El día de mi muerte» es una historia llena de reflexiones sobre la vida, sobre la adolescencia y sobre como podemos hacernos daños los unos a los otros sin miramientos. La edad no es una excusa  —nunca lo ha sido y nunca lo será —, y ni es una excusa ni es una razón. Como sabéis, no queremos hacer spoilers en nuestras reseñas y, como suele pasar, resulta ardua la tarea. En este relato no lo es menos. ¿Cómo explicaros lo retorcida que llega a ser la trama sin inferir en algún spoiler importante? 

La historia de Mackenzie y de Heaven es la historia de muchas personas en todo el mundo, historias que viven diariamente. Cada hora. No solo en el instituto, también en el colegio, en las calles de su barrio, en su propia familia, con los que supuestamente son sus amigos. Cada hora, cada segundo del día. Desde que tienen memoria y para siempre. 

Y es este punto, lo que realza el relato de Laura Campos. Cómo las decisiones que terceras personas creen que tienen el derecho a tomar sobre la vida de los demás terminan afectando a unos y a otros. Y como esos efectos pasan desapercibidos para uno y otro lado. Nadie sabe de la vida de los demás pero hay quienes creen que saben todo sobre esas personas y su juicio no solo es acertado, si no que es justo. Porque, «¿cómo pueden algunas siquiera plantearse salir a la calle así vestidas?», ¿verdad? Y esto es pueril cuando tienes cierta edad, pero con otras edades más jóvenes quizá no tanto. 

Y aquí viene la razón que os comentábamos al comienzo de esta reseña: Para uno de nosotros esta obra muestra como ha estado sintiéndose toda su vida y cómo ese mismo sentimiento lo ha llevado dentro y le ha hecho reflexionar y pensar. Tanto, que ni pudo dormir bien la noche que terminó el relato. Para el otro, en cambio, la obra ha estado bien, entretenida, con un ritmo adecuado pero acostumbrado a otro tipo de historias no le ha parecido nada del otro mundo. La culpa es de «Hazey Valley», os lo aseguro y cómo allí se relatan las cosas. Pues para uno de los Vigías lo vivido fue mucho peor que lo que aquí se narra y, por tanto, lo enfocó de otra manera y el sentimiento negativo del que os hablábamos antes nunca lo sintió. Y aquí está la diferencia, lo que uno sintió y lo que el otro no. Aunque ambos sufrimos lo que no está escrito (como, desgraciadamente, muchos de vosotros).

Desde aquí queremos dejar claro un mensaje:

El bullyng  es un lacra desde hace muchos años, algo que para muchos adultos eran «cosas de niños», y no lo eran, no lo son y nunca lo serán. Desde aquí no deseamos mal a nadie, pero si alguno sufre o sabe de alguien que lo sufre, por favor, pedid ayuda o haced que la pida. Porque nadie, absolutamente nadie, tiene porqué sufrir acoso de ninguna clase y, desde luego, si eres uno de estas personas que dañan a los demás para sentirse bien o por cualquier otra razón, POR FAVOR, busca ayuda urgentemente. Porque sin duda la necesitas y si crees que no, ten cuidado, pues algún día podrías recibir lo mismo que estás dando ya que nada, absolutamente nada, queda sin su contrapartida en esta vida: El amor recibe amor, pero el odio recibe algo mucho, mucho peor.

Y odiar solo lleva a la desesperación. 

Desde la Atalaya, con todo nuestro afecto, cuidaos mucho y, os pase lo que os pase, no odiéis. No merece la pena el esfuerzo.

¡Seguid leyendo!



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